En abril de 1963 se habían celebrado las elecciones políticas italianas en un clima caracterizado, tanto dentro del mundo católico como del socialista, por las polémicas relacionadas con el posible paso a un Gobierno de «centroizquierda orgánico», o sea, con la entrada del Partido Socialista Italiano (PSI) en el mismo. Fanfani, que había orquestado la transición con el Gobierno anterior (cuyo programa contaba con el apoyo de Nenni, líder del PSI) es momentáneamente marginado.
La Pira tiene sentimientos de amistad y admiración hacia Fanfani y considera que es el único que posee […] la inmediatez intelectual y la capacidad de intuir las grandes orientaciones de la historia presente del mundo, ¡y posee la voluntad inmediata (y prudente) de adaptarse al curso tan nuevo y tan amplio de la historia presente del mundo! Es un edificador cualificado de paz y de unidad en el mundo: ¡ut aedificentur muri Jerusalem!
Para La Pira la nueva orientación que hay que imprimir a DC no tiene que pasar por la táctica parlamentaria sino por una amplia estrategia interna e internacional: […] Fanfani es la persona alrededor de la cual se coordinan y se «pacifican» las mayores fuerzas políticas italianas (las verdaderas, las que cuentan: las fuerzas «populares»), y es la persona alrededor de la cual se coordinan –con la función de edificar la paz en el mundo y la unidad y la elevación del mundo‒ las fuerzas políticas más válidas del mundo…
La Pira explica de este modo la razón por la que exterioriza ante el Papa estos pensamientos suyos: […] he sentido el deber de exponerle estas cosas: el único motivo que impulsa nuestro pensamiento, nuestra voluntad, nuestra acción, nos mueve a servir a la Iglesia –en la situación histórica presente del mundo‒, a servir a Pedro, ¡el capitán de la Iglesia!